miércoles, 12 de diciembre de 2018

Día 3

Desde el domingo decidí cambiar el chip para que me fuera mejor. Pensé que lo mejor sería ser feliz, que nada me importara. Y lo estaba consiguiendo. La semana había empezado bastante bien, yo estaba contenta, no había demasiadas malas noticias, aparte de un examen suspenso esta mañana y que el jueves que viene no puedo salir porque me toca trabajar.
Mi trabajo consiste en cortar entradas en el cine y barrer las salas entre pelis. El trabajo en si, no está mal, de hecho me gusta, pero al ser la nueva me tocan horarios muy sufridos y hacen que mi vida social se vaya a la mierda. Mi contrato se acaba el 3 de enero y de momento no me apetece renovar, porque además en enero empiezo con todos los exámenes y no voy a tener tiempo de prepararlos bien e ir al trabajo a la vez. Pero bueno, ese es otro tema.

Llevaba un día bastante bueno, me he quedado a comer en la Universidad con D para después estudiar y luego he quedado con un amigo y hemos cenado pizza. Hasta ahí todo genial, luego he llegado a casa y con mi familia bien. El problema ha venido luego.

Mi grupo de amigos se basa en cinco chicos y luego estamos mi mejor amiga y yo. Dentro de esos chicos se encuentran dos primos míos y mi D. Bien, nosotros éramos una piña y quedábamos siempre que podíamos juntarnos, nunca hemos quedado sin los demás o sin una parte sabiendo que estábamos todos. Sinceramente nunca he sido más feliz con un grupo de amigos como con ellos. Hace un par de meses, los chicos se hicieron un grupo aparte, en un inicio para hablar de sus cosas de fútbol y cosas de esas, y a mí me parecía normal. De repente un día, en el que estábamos todos decidieron quedar los chicos solos, y lo hablaron sin que las chicas nos enteraramos (yo lo supe por D), y al principio me pareció normal: "son chicos y supongo que también les gustará quedar para echar una pachanga y jugar unas plays y hablar de sus cosas". Vale hasta ahí bien. Me molestó que no me lo dijeran pero lo deje pasar. D me llamó exagerada porque yo empecé a pensar que es la primera vez pero que seguro que al final sería una detrás de otra hasta que ya nunca quisieran quedar conmigo. Me ha pasado más veces y cuando me encuentro en esta situación me entra ansiedad.

Bueno, decidí tomarmelo con calma y no pensarlo mucho porque "serían cosas mías" o "no iba a pasar nada". Problema: llegan las Navidades, y todo el mundo está libre, pero yo trabajo todos los sábados. Han vuelto a quedar el primer sábado sin comentarlo por el grupo en el que estamos todos. El mismo que lo ha propuesto es el mismo que se pasó una tarde entera hablando conmigo sobre los planes que quería que hiciéramos todos juntos en vacaciones. Sinceramente me siento bastante excluida. Espero que esto no continúe todas las vacaciones, porque si no, si yo pensaba que ya había tocado fondo... no sé qué va a pasar conmigo si me hacen una putada de estas dimensiones.

Bueno, en fin, yo nunca he sido de Navidad. Hace años que ya no me gusta. Pero este año me parece a mí que se va a llevar la Palma y van a ser las peores Navidades que me va a tocar vivir. Espero que mis expectativas sean una mierda y luego llevarme la sorpresa. No sé. Quién sabe.

Hoy no estoy inspirada. Solo quería volcar mi rabia.
Buenas noches.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Día 2

Llevo dos semanas sin escribir porque no he tenido tiempo casi, y lo he echado bastante de menos. La última vez me sirvió bastante para entender mis pensamientos y entender algunas cosas que todavía no me había atrevido a decir en voz alta, así que probablemente a partir de ahora escriba más regularmente.

Hace unos días que me noto bastante triste la mayoría de los días. Me despierto sin ganas de levantarme de la cama, a veces finjo que estoy mala para no tener que ir a clase, y me paso el día pensando que mi vida es una mierda. Ahora que estoy trabajando, -bueno, es un trabajo temporal que sinceramente estoy deseando que acabe, ya contaré después en qué consiste-, me he dado cuenta de que es importante fingir que estás bien, sobre todo si trabajas de cara al público. Así que he pensado que el trabajo también me puede ayudar a estar mejor, porque a fuerza de poner buena cara, me voy a creer que estoy bien, o que no todo es tan malo. Además tengo unos compañeros maravillosos que me tratan bien, y no como a la "nueva", que me lo han puesto bastante fácil. Por otra parte, necesito estar bien, ya no solo porque a veces soy una carga para los demás, y no es divertido estar con una persona que solo tiene ganas de llorar y estar deprimida (la verdad es que suena más duro cuando finalmente lo reconoces: estoy deprimida), y por eso tengo que cambiar, aparte de que será un apaño en mis relaciones, la razón principal es porque será lo mejor para mí misma. 

Siempre me han dicho que para que te quieran los demás, primero es necesario quererse a uno mismo. Y no sé qué tal les habrá funcionado este refrán a los demás, pero desde mi experiencia: tiene toda la razón. Al principio pensaba que aunque yo estuviera destrozada y siempre pensando que yo no me merecía tanto, y me conformara con lo mínimo alguien iba a estar ahí para entenderme. Con el paso del tiempo yo sí que he entendido algo, y es que nunca nadie va a entender lo que sientes de verdad, ni por lo que has pasado, y menos alguien que ha tenido una vida perfecta: familia estructurada, amigos decentes que te duran a día de hoy, estabilidad emocional... La mayoría de las personas, cuando les cuentes tus sentimientos mas profundos relacionados con tus vivencias pasadas, o que aún te quede un resquemor ardiente, van a pensar que eres una exagerada, o que "no es para tanto". No dejéis que esas palabras os afecten nunca. Lo que sientas siempre va a importar, da igual que la otra persona no lo entienda, ya habrá alguien que sí, y que sepa entenderte y apoyarte. Lo que sientes "sí es para tanto" cuando no te hace sentir bien. 


Otra cosa de la que me he dado cuenta es que a la mayoría de personas no les gusta estar con alguien que tiene problemas, porque es más fácil pasar de todo y no preocuparse por nada, pero hay gente, como yo, que no pueden evitar estar pendientes de todo, y todo nos afecta, aunque sea una tontería. a partir de ahora, que ya he tocado fondo, estoy intentando hacer que todo me la resbale, porque es una solución bastante lógica: a todo el mundo le da igual todo, y solo se preocupan por sí mismos. "¿Para qué me voy a preocupar por algo que, o no tiene solución, o todavía no ha pasado?". aquí adjunto una foto de cómo deberíamos tomarnos las cosas para que nos hagan el menor daño posible. 

Es pura y sinceramente filosofía de vida. Una vez que llegas a tocar fondo, que crees que no puedes más, que piensas que la vida te va fatal, que no hay solución y que nunca vas a llegar a ser feliz, te das cuenta de que siempre hay salida. De que, si todo te va mal, tienes que empezar a cambiar las cosas por ti. Es decir, nadie excepto tú va a entenderte, porque solo tú sabes cómo duele, solo tú sabes hasta qué punto el alma se te desgarra, y solo tú eres consciente de que hay algo que te está llevando a la ruina. Y por eso creo firmemente que lo primero que tiene que empezar a cambiar en tu vida eres tú misma, para poder transmitir buenas vibraciones al resto. La humanidad es así de cabrona, nadie quiere hacerse cargo de una persona que está destrozada y que necesita ayuda porque vive traumatizada y hay cosas con las que tener cuidado porque si se vuelve a repetir una situación similar a las anteriores te puede producir ansiedad y entrar en bucle. Eso la gente, por lo general, no lo entiende. Todo el mundo suele decepcionarte, porque tienes las expectativas demasiado altas, o simplemente esperas que los demás van a hacer por ti lo mismo que harías tú por ellos, y eso es un error. Nunca vas a conseguir que una persona reaccione a algo como tú esperas, porque siempre crees que hará lo mismo que harías tú en su situación, y no es cierto, cada persona reacciona de forma distinta, y no siempre es la forma que a ti te gustaría. Cuanto antes se aprenda eso, mejor. 

Hay una persona muy importante en mi vida a la podría dedicar estas palabras, D. Es una persona que siempre me hace centrarme en lo que debo aunque esté muy distraída, siempre sabe darme mis dosis de realidad cuando estoy cegada por la tristeza y el malestar y me hace cambiar el chip. Y no hay amor más sincero que ese. Por otra parte, también es la persona a la que más quiero y la que más daño me puede hacer, porque sabe absolutamente todo de mí, pero aún así, a veces no reacciona ante mis cosas como yo podría esperar que lo hiciera. Sabe todo lo que me gusta, y sabe qué tiene que hacer cuando estoy triste o mal, y es que necesito cariño, que me abracen, que me digan que todo va a ir bien (aunque a veces sea mentira), que están ahí para mí... no es mucho pedir. Aún así, D suele hacer siempre lo que le parece, o muchas veces se queda bloqueado y no sabe qué hacer directamente, eso no lo sé, pero es con la persona que más he aprendido que no se puede esperar nada de nadie. Y eso que quiero a D como nunca querré a nadie en este mundo. 
La putada es que muchas veces no podemos disfrutar de nuestra relación al 100% porque mi tristeza y mis malos días se impone. Por eso he decido aplicarme la teoría de la que he hablado antes "¿Do you have a problem?", porque sé que si lo nuestro acaba, no será por su culpa, sino por la mía, porque dejaré que la ansiedad y la depresión ganen la batalla, y no es que me vaya a dejar él, lo dejaría yo. ¿Por qué, si es el amor de mi vida, lo dejaría yo? Porque yo llegaría a un punto de consumición en el que me sentiría tan mal conmigo misma que no querría que D estuviera conmigo, no me creería lo suficiente buena, y acabaría pensando que solo haré daño. Y eso es lo último que quiero que pase. No quiero consumirme. Y lo haré por mí, por salir de esta, por sentirme mejor conmigo misma, y por seguir adelante con la cabeza bien alta. ("Que pensemos despacio, queramos deprisa y caminemos con la frente alta", así dice Izal). Así que antes de que la depresión me gane la batalla, yo ganaré la guerra. ¡Hay que comerse el mundo!

Mi S, de la que hablé en el otro post, es la gran base de todo mi apoyo. No se qué haría si no la tuviera ahí. Después de tantísimos años de amistad, nunca me ha fallado, y me entiende como nadie en la vida lo hará. Ojalá todo el mundo tuviera la suerte de tener a alguien como S en su vida, es un auténtico placer. Gracias S. Por ayudarme a renacer de mis cenizas, como Fénix. 


martes, 13 de noviembre de 2018

Día 1

Siempre dicen que para todo hay una primera vez. Hoy es martes y 13, y la gente, por lo general, siempre que empiezan algo nuevo es el primer día de la semana o del mes, pero yo lo hago cuando me apetece. Martes y 13. Yo nunca he sido demasiado supersticiosa con estas cosas, tipo el día de la mala suerte, el gato negro, un espejo roto o pasar por debajo de una escalera, ya que para mí, parece ser, que todos los días tengo mala suerte de por sí, así que tampoco vamos a dar mérito a un par de supersticiones. 

He decidido escribir hoy y ahora porque llevo 20 minutos dando vueltas en la cama pensando en mil millones de cosas distintas, y he creído que sería bueno para mí empezar a escribir cada día un poco, sobre un tema, para poder desahogarme y sacarlo fuera, ya que creo que sí no es así me lo voy a tragar todo hasta que un día estalle. Creo que guardarse las cosas para dentro durante demasiado tiempo te acaba jugando una mala pasada, porque guardas cosas en el subconsciente sin darte cuenta, y cada vez vas acumulando más,y al final, cuando estallas es perjudicial para ti y para los demás, porque ni tú misma sabes explicar todas esas sensaciones que te desgarran por dentro, como para saber explicárselo a tu gente cercana. 


El tema de hoy es el bullying. Es un tema a la orden del día, y me parece importante hablar de ello, porque es una de las cosas que más me marcaron durante mi infancia y parte de la adolescencia. Desde pequeña me costaba un poco acercarme a la gente, era vergonzosa y tímida y se me daba un poco mal el tema de hacer amigos. Además, la gente con la que me juntaba tampoco era la mejor compañía. Después de pasar los dos últimos años de primaria como si viviera en un infierno (me cambiaron de clase y nunca llegué a encajar con mis nuevos compañeros), llegó la peor época de un adolescente con las hormonas disparadas: el instituto. Si primaria ya fue horrible para mí, los primeros años de instituto fueron una auténtica tortura. En primero me seguían haciendo bullying, ya que muchos de mis compañeros venían del mismo colegio que yo y me conocían, así que me hacían daño con cosas como hacerme creer que le gustaba a un chico pero luego era mentira, y me humillaban. Otras veces, me decían de quedar para pedirme perdón, haciéndome creer que se arrepentían para después darme plantón y dejarme sola y desamparada, volviendo a casa con ganas de que me tragara la tierra. 


Es cierto que a los niños de primero de la Eso se les sigue considerando unos críos, pero la combinación de la edad del pavo y que entrar en el instituto les hace creerse los reyes del mambo no es una buena idea. Lo peor de todo es que coincidió con el revuelo de Tuenti, un fenómeno nacional. No eras nadie si no tenías una cuenta donde publicar estados para que todo el mundo supiera que estabas triste, o subir mil fotos iguales, pero en diferentes poses. Además, no eras guay si no escribías sin vocales, o no tenías un apodo molón que te ponías de apellido. Y así nos iba, publicando fotos horrorosas de nuestras caras en primer plano con frases realmente poco inspiradoras sacadas de Desmotivaciones. Por supuesto, cuantos más amigos tuvieras, más popular eras, y sobre todo lo que más contaba eran las visitas que recibías en tu perfil. 

Así que estos adolescentes, cegados por sus hormonas revolucionarias y cargados del poder que les daba esta nueva red social, encontraron una nueva forma de excluir a gente como yo. A veces nos dejaban fuera de quedadas a las que sólo podían ir los etiquetados porque en las fotos que subían de la pradera de Windows se solía escribir con Photoshop y en letras enromes y con la fuente más rara que hubiera: "acoplados no" o en su defecto "acoplados preguntad" (porque claro, no fuera a ser que se presentara gente no deseada o fuera del rango social en el mismo parque). Entonces eran los reyes de ese pequeño grupo hormonado decidía si eras lo suficiente bueno para unirte al grupo: si estabas etiquetado... ¡enhorabuena! eres lo suficientemente popular como para presumir de poder ir; si no estabas etiquetado, tu situación se sometía a debate, y los líderes del grupo votaban si eras apto para incluirte en el grupo (aunque no creas que eso significaba que eras uno de ellos...). Por otro lado, si te odiaban o no eras bienvenido... ¡prepárate! porque también era muy satisfactorio para estos pequeños preadolescentes demoníacos subir una foto tuya en la que salieras con tu peor cara y escribir un título realmente despectivo donde todo el mundo que les siguiera el rollo te ponía a parir en los comentarios. Y ojo con hacer algo que hiciera enfadar a estos diablos, serías exiliado para siempre y todo el mundo te borraría de su cuenta, te harían el vacío por todo el instituto y te humillarían en cada oportunidad.

Por desgracia, con la estúpida idea de ser popular y caer bien a todo el mundo, a veces se te iba la pinza y acababas dejando a tus amigos, a los que de verdad te valoraban (si tenías la suerte de tener alguno), a un lado para intentar abrirte camino dentro del grupo "guay", y al final acababas más solo que la una. Yo al final conseguí superarlo, porque tenía la suerte de que mi familia era socia de unas instalaciones con piscinas y actividades donde había mucho crío, y ahí si que pude hacer amigos que no me despreciaban.  
Haciendo un resumen de segundo de la Eso: en segundo mi mejor amiga y yo nos distanciamos, empecé a bajar en mis notas porque como en primero no tenía amigos me dedicaba a estudiar. Mi mejor amiga (era la única persona a la que podía llamar amiga desde primaria) y yo nos distanciamos hasta el punto de dejar de hablarnos. Además hubo terceras personas que nos estropearon la relación, y hasta pasado mucho tiempo no conseguimos retomar la relación, pero nunca volvió a ser lo mismo. Y para actualizar el contexto social, sí, se seguía usando Tuenti. 

Así que después de dos cursos en los que me hicieron la vida imposible, por fin llegué a tercer curso. Yo, que había sido una incomprendida, que me criticaban por mi aspecto porque a lo mejor no vestía bien, o no iba a la moda, o llevaba gafas, pues llegó por fin mi cambio: me arreglé y corté el pelo, me puse lentillas y me compré ropa nueva. Ojo, cómo cambiaron las tornas, y cómo se empezó a notar que a la sociedad le tiran más las apariencias que lo que lleves dentro. Eso es algo que aprendí a palazos con 13 años. Mi nueva apariencia (que en realidad seguía siendo la misma pero sin gafas) y esta nueva aceptación completa por la sociedad, que para mi hasta entonces había sido desconocida me hicieron sentir mejor, y comencé a tener una actitud más positiva y una actitud más positiva. Tanto, que acabé haciendo un nuevo grupo de amigos. Además aparecieron los chicos, que empezaban a fijarse en mí (esta vez era en serio, aunque me seguía costando abrirme a los chicos por la mala experiencia que tuve en primero). Todo esto fue tan nuevo para mi y disfrutaba tanto con mi nueva perspectiva de la vida, que mi yo de 15 años se pasó por el forro el año académico y acabé repitiendo curso. Pero no me importó, y a día de hoy sigo pensando que fue lo mejor que me pasó, y sobre todo, que mereció la pena.

Como todo, esto también tiene su lado bueno. Ese año que repetí me di cuenta de que mi felicidad y mi grupo no iba a durar tanto como yo había planeado, porque al estar en años diferentes y tener asignaturas distintas, apenas había temas de conversación con mis amigos, y muchas veces se olvidaban de invitarme a las quedadas porque lo hablaban en clase y yo no estaba. Pero eso me sirvió para darme cuenta de que solo era un grupo pasajero y tuve la suerte de mantener el contacto con dos o tres personas con las que a día de hoy puedo seguir quedando para tomar una caña (y han pasado cinco años). Poco a poco empecé a llevarme mejor con las personas de mi nueva clase, todo gracias a que había dos chicas que habían repetido ese año conmigo, que no eran de mi grupo, pero por lo menos las conocía. Poco a poco empecé a integrarme y me di cuenta de que esas personas a las que sacaba un año eran muchísimo más sinceras, amables y agradecidas que las de mi año. No te hacían el vacío, no tenían tantos prejuicios, y te hacían sentir que encajabas. Así que gracias a esto me di cuenta de que mi generación estaba llena de gente toxica, que lo único que quería era poder y popularidad a costa de hundir a los demás. Hipocresía y apariencias en estado puro, amigos. Pero ese capítulo de mi vida había acabado y finalmente estaba rodeada de gente que te hacía la vida más fácil, y te ayudaba a integrarte sin juzgarte ni excluirte. Actualización de contexto social: Tuenti fue desapareciendo poco a poco y Whatsapp lo sustituyó.

Puedo decir que ese fue justo el momento en el que me di cuenta de que ya no existía bullying, ya nadie se reía de mí, ni me criticaban, ni me daban la espalda. Por fin podía ser yo misma, sin vergüenza ni miedo a no ser aceptada por mi personalidad. A partir de ahí no puedo decir que mi vida fue completamente plena y feliz. Por supuesto que tuve muchos altibajos en mi vida, pero por lo menos conseguí ser yo misma.
Llegué a bachillerato y ahí ya era todo mucho más libre. Mis círculos de amigos se fueron abriendo, porque toda esa gente del verano, tenían cada uno sus propios amigos que me fueron presentando. Dos de esas personas que conocí en verano, N y E, acabaron siendo mis dos mejores amigas, nos pasábamos tanto tiempo juntas que cogimos una confianza increíble, acabamos siendo inseparables y quedando todos los días y para todo. También cogí muchísima confianza con una tercera persona, llamada S. Por suerte, a día de hoy, puedo seguir considerándola una de mis mejores amigas (y han pasado 7 años).

Por desgracia, no todo es para siempre, y estas dos amigas me fallaron, sin darme explicaciones, se metió una cuarta persona que me acabó separando de ellas y poniéndoles en mi contra. Es muy triste que siga habiendo personas tóxicas, pero ahí están. Me costó tanto superar esa pérdida... Me apoyé sobre todo en un amigo que hice cuando repetí: M. M era luz en mis días de oscuridad. Él me apoyaba, me escuchaba, era mi hombro donde llorar y quien me abrazaba cuando lo necesitaba. Poco a poco, M fue sustituyendo al que siempre había llamado "mejor amigo": un tío que iba a mi instituto que me sacaba dos años. Al principio de nuestra relación lo único que quería era enrollarse conmigo, y cuando le dejé claro que no iba a pasar nada se echó novia y se piró a estudiar a otra ciudad. A raíz de esto empezó a distanciarse de mí cada vez más hasta que después de cansarme mucho y discutir tanto con él, le mandé a la mierda. Lo único bueno que me trajo este tío fue presentarme al que ahora es uno de los pilares fundamentales de mi vida, mi querido G. 
Como todo, algunas amistades son efímeras, y muy a mi pesar, M, mi mejor amigo, en quien deposité toda mi confianza, también se alejó y me falló. O le fallé yo a él. O mutuamente. Probablemente los dos hiciéramos cosas mal. Quizá se nos juntó que cada uno tiramos para un lado en cuestiones académicas, era mas difícil compaginar. Además, él no se sentía a gusto con mi grupo de amigos actual y no le gustaba venir conmigo, y quizá yo cada vez me alejaba más del suyo. Así que, por unas o por otras, a día de hoy aún no hemos conseguido retomar la confianza y la relación de entonces, aunque a veces seguimos en contacto. 

Pero bueno, lo que saco en claro de este resumen de mi vida, en cuanto a vida social y a grupo de amigos, ahora mismo me encuentro muy feliz y muy contenta con mi posición. Mis amigos me valoran y cuentan conmigo. Por otro lado, tengo un nuevo grupo de amigos en la Universidad con los que también me siento como en casa. Y por último, un novio que me me conoce, que sabe mi pasado, que me valora y sobre todo, me quiere tal y como soy... ya hablaré de él. 



Me he quedado muy a gusto contando esto, y sacándolo de dentro, porque aunque he hablado con distintas personas sobre este tema nunca le he dado demasiada importancia hasta ahora, y nunca lo había explicado todo con tanto detalles. Todos los días, muchos niños sufren los mismos episodios traumáticos que me tocaron a mí, así que todo mi ánimo y mi corazón para ellos.
Si alguien me lee y esta pasando por una situación similar, que sepa que hay vida después, y aunque pienses que no vas a salir de esta, pide ayuda, siempre viene bien. Yo no la pedí, intente salir yo sola y lo conseguí, pero cuesta el doble y se te hace cuesta arriba.
Gracias 💙

jueves, 8 de noviembre de 2018

Para todo hay una primera vez

Siempre he pensado que nunca es tarde para hacer algo que en el fondo siempre has querido hacer, pero que nunca te has atrevido. En mi caso, siempre he intentado escribir, porque leer es mi pasión, y siempre he querido transmitir a los demás lo que las historias me transmiten a mí. Esa pasión, esa sinceridad y todas esas palabras que en conjunto te hacen reflexionar sobre algo que había estado escondido en tu cabeza, pero en lo que nunca te habías parado a pensar... 
Son todas emociones que llevo dentro las que quiero expresar. Nunca he sido muy buena de palabra, me trabo y siempre me dejo cosas en el tintero, siempre he sido más de explicarme por escrito, de explicar con todo lujo de detalles mis pensamientos, pero jamás lo había plasmado en un blog. Es algo que me apetecía hacer desde hace tiempo, porque todas estas cosas que llevo dentro, tengo que sacarlas de alguna forma, antes de que me estallen y la gente de mi alrededor se queje de que he dejado las paredes perdidas y les toque limpiar mis trocitos. 
Así que allá, voy, una nueva etapa de mi vida, en la que voy a probar si soy buena en mi gran pasión, es decir, en las letras. Probablemente las primeras entradas no sean muy interesante, pero mi propósito es mejorar cada vez un poquito más. ¡Allá voy!

Gracias a toda esa gente que, sin querer, ha acabado aquí leyendo un pequeño trocito de mi alma.